martes, 20 de diciembre de 2011

La Zurda Mágica

La cancha de Arroyito era -neutral-, Newell's era campeón con el empate. Las entradas se habían agotado, las clásicas avalanchas sobrepoblaron las tribunas. El sol radiante de junio se sumaba a la fiesta. El Secretario de Central y diputado del Frejuli declaraba: "...seguro que ganamos, de lo contrario no se lo que puede pasar, quién va a detener a nuestra gente cuando Newell's pretenda dar la vuelta olímpica... no van a permitir esta afrenta."

Antes de empezar el partido un Señor ataviado con un largo piloto se desprende de las tribunas centralistas, entra a la cancha, llega a las posiciones rojinegras y tira un “paquete” a la tribuna. Una bomba que estalla en el seno mismo de la hinchada Ñulista. Una más y van...

En ese clima se jugó la final del campeonato Oficial de la AFA 1974. Los nervios flameaban en el ambiente, en el campo de juego la tensión llegaba al máximo, agonizaba el primer tiempo y el chivo Pavoni que al sacarle la pelota a Cabral, siempre sin violencia, engancha la pierna del adversario y este cae: Penal. El zaguero Arias marca el 1 a 0 que tranquiliza a los locales.

Newell's había salido a la cancha a buscar el punto que le daría el campeonato y ahora entraba a jugar el segundo tiempo perdiendo, pensando en la posibilidad de otro partido de desempate. Ya no había nada que perder. Pese a la baja de Sergio Apolo Robles, estaban en la cancha Santamaría y Obberti. El técnico Juan Carlos Montes decide salir a buscar el partido, a liquidar el pleito, y ensaya un cambio: Magán por Rocha. Pero un tiro libre de González pega en Aimar y vence al arquero leproso, Carrasco.

Con el 2 a 0 abajo...y los clásicos Ñulistas que emprenden la retirada con la cabeza baja...todavía no llegaban a las puertas cuando Capurro de cabeza, pone el 2 a 1 y la posibilidad de la histórica tarde. Newell's que recordó su fútbol, sin especulaciones, se lanzó en pos del triunfo. Carlitos Picerni que corrió todo el partido coloca un centro preciso, la baja Magán y el zurdo Zanabria que llega elegante y justo para rubricar con la punta de su botín izquierdo el "gol del campeonato".

El periodista porteño Pedro Urquiza decía: "había alguien que con talento había de enganchar la atención de todos: MARIO NICASIO ZANABRIA, un futbolista excepcional con la batuta de su prodigiosa zurda abría brechas".

Así llegó la primera estrella al firmamento rojinegro. Aunque no se la aguantaran, aunque invadieran el campo para evitar la "Vuelta Olímpica" no pudieron evitar que en un par de horas se colmara el Estadio del Parque Independencia y los rojinegros exultantes tuvieron su primera gran fiesta - la de su fútbol, la de su fe en la verdad, de la pelota bien tratada, la del verdadero fútbol argentino. Pese a las Mil y Una "CONTRA".

Newell's Old Boys había impuesto por fin su fútbol alegría, diversión, talento, improvisación, ingenio frente al otro, de la fuerza-trabajo-sacrificio- especulación. Los "Cibernéticos" se quedaban sin respuestas y los "líricos" volvían a sonreír.

Le dijo Mario Zanabria al periodista José María Otero de "El Grafico", "Yo nunca le pego tan fuerte... alguien me empujó la zurda... Desde el suelo alcancé a ver que pasaba cerquita del travesaño y se iba para adentro... Después no ví más nada... Sólo sentí el alarido de la tribuna...Perdoname y dejame llorar un ratito más...es que soy muy feliz, por eso lloro... perdoname". Esas palabras, sin embargo, no alcanzaban a definir lo que le sucedía a media ciudad. Dentro del vestuario todo era una gran fiesta, a las lágrimas de Zanabria, se le agregaban los gritos de Rebottaro, la sonrisa tranquila de Carrasco, la seriedad de Berta que no lograba ocultar su emoción. Y Juan Carlos Montes que repetía: "lo que no pude alcanzar como jugador, pude lograrlo como técnico".




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